En este mes de los gatos nos encontramos con un amante y protector de estos peludos amigos, así como también con un fan de la bicicleta. Para Francisco este medio de transporte representa el mejor pack que cualquier persona podría adquirir: descontamina, evita el tráfico vehicular y sirve para realizar ejercicio.
La entrevista era con Francisco, ingeniero en sonido de profesión y uno de los fundadores del primer CatCafe permanente de Chile y Sudamérica, pero luego no tardaron en aparecer, Mitty, Naru, Sombra y Chaplin, por mencionar alguno de los 11 anfitriones peludos que actualmente tiene El Mundo de Dalí Catcafe; local que hace un par semanas cumplió tres años luego de su inauguración el 11 de agosto de 2016.
“Esta es una idea que parte en conjunto con Carolina, mi señora, ella siempre me comentaba sobre la posibilidad de crear un concepto de local como este, que ya existía hace años en otros países, pero que todavía no llegaba a Chile. Entonces fuimos moldeando la idea y así nos encontramos con Karla y su esposo –también socios-, a quienes conocimos a través de la Fundación Club Gatero donde rescatábamos gatitos y luego los entregábamos en adopción. A Carolina y a mí nos gustaban los gatos y nos dimos cuenta que había muchas personas a las que también le gustaban, entonces comenzamos a planificar la idea y así fue como nació El Mundo de Dalí”, rememora, mientras un conjunto de colas, bigotes y ronroneos transitan por el lugar.
El evento que les sirvió de background para la creación de este café, dice, fue la Gato Fest, que es organizado por Fundación Adopta y que se realiza dos veces al año en nuestro país. “La Gato Fest nos sirvió a nosotros para ver in situ lo que se podía y no podía hacer cuando se trabajaba con animales, en este caso con gatitos”, confiesa.
Toda esta experiencia llevó a que los gatitos de El Mundo de Dalí fueran los primeros en tener chip, una acción pionera si se considera que para entonces todavía no se aprobaba la Ley de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía. “Cuando se inauguró el café todos nuestros gatos se encontraban esterilizados, con sus vacunas al día y con el chip instalado. Es cierto que nuestra prioridad es el bienestar de los gatitos, pero también lo es el hecho de que podamos enseñarles a las personas sobre la tenencia responsable de mascota”, asegura.
— ¿Cuáles fueron los criterios de selección para elegir a los gatitos que hoy día son parte de El Mundo de Dalí?
— “Cuando se inició el proyecto nuestra prioridad era entregar en adopción a los gatitos, por lo que el concepto inicial del café es que El Mundo de Dalí fuese un hogar temporal para ellos. En ese entonces los felinos ingresaban por medio de la Fundación Club Gatero, nosotros íbamos hasta allá y los gatitos eran seleccionados a través de una especie de casting, ¡casting en el buen sentido!, porque más que simpático nos interesaba que el gatito no se estresara y que pudiese convivir con otros felinos y con las personas que visitaran el café.
En ese aspecto, nuestra filosofía como empresa es que los animalitos no se estresen, ¡lo que menos queremos es que los gatitos se estresen!”, enfatiza. Para acompañar ese proceso, destaca, desde un inicio se han hecho asesorar por etólogos y por especialistas en medicina felina. “En un principio partimos con cuatro gatos anfitriones, los que cumplían el rol de supervisor y terapeuta de los recién llegados”, rememora.
Aquí se da mucho que llegan personas que detestan a los gatos, pero no porque sean malas personas, sino porque crecieron con un papá, una mamá, un abuelo que les inculcaba que los gatos eran feos, que tenían mal olor, etc. Entonces llegan acá invitados por una persona que sí ama los gatos, qué sucede, que finalmente terminan cediendo, porque comprueban que no hay malos olores y se empiezan a dar cuenta lo mágico que son los gatos, los animales en general, porque todos los animales tienen su encanto.
Francisco recuerda que muchos de esos gatos llegaban con una experiencia de maltrato, uno de ellos, dice, es Mitty (en la fotografía), quien más tarde se convertiría en anfitrión y acompañante del resto de sus compañeros. “En definitiva nosotros partimos con doce gatos, cuatro que eran los estables y ocho que se entregaban en adopción. Durante este proceso nos dimos cuenta de algo bien interesante, y es que los mismos refugios producían estrés en los gatos, por lo que el hecho que varios de ellos fueran entregados en adopción, minimizaba el estrés en los felinos que se quedaban. Ahora bien, a partir de este 2019 tomamos la decisión de que no ingresaran más gatitos para la adopción, por lo tanto, los felinos que transitan por el café -11 en total- son los que viven aquí de forma permanente. ¡Déjame decir que son gatos muy felices y que lo pasan bastante bien entre ellos!”, destaca.
Eso no quiere decir que no continuemos apoyando el trabajo de la fundación Siete Vidas, así como también las jornadas de adopción, subraya. “Seguimos realizando actividades y promovemos la adopción responsable en conjunto con la tienda que está al lado del café, proporcionamos además un espacio para hacer las jornadas de adopción. Entonces de alguna u otra forma seguimos pensando en el origen del proyecto, pero con un poco de variación ya que siempre pensamos el bienestar de los gatos”, puntualiza.
— ¿Han sufrido la pérdida de algún gatito y en esas circunstancias qué pasa con el resto de los felinos, resienten la partida de sus compañeros?
— “En el primer grupo había un gato que se llamaba Apache, fue diagnosticado con una epilepsia, obviamente nosotros lo recibimos con el mismo amor que recibimos a todos los gatos, pero por su enfermedad, Apache tenía un trato especial. Había que medicarlo y cuidarlo mucho porque de repente le venían crisis, de hecho, el día de la inauguración de El Mundo de Dalí, el 11 de agosto de 2016, le vino una crisis. ¿Cómo nos dábamos cuenta que le iba a venir una crisis?, porque antes de comenzar a convulsionar él comenzaba a correr como loco.
Con el tiempo lo llevamos a un especialista que nosotros conocíamos, Cristián Bravo, una eminencia en gatos. ¡Qué pasó en esa visita, que Apache estaba mal diagnosticado, él nunca tuvo epilepsia, lo que tenía era un tumor al cerebro, y ese tumor era lo que le estaba causando esas convulsiones! De a poco Apache comenzó a empeorar, se veía débil, el tumor ya estaba muy grande por lo que al tiempo falleció.
El Apache fue la primera pérdida que tuvimos, El Mundo de Dalí llevaba poquito tiempo, unos cinco meses, quizá menos. Las personas que visitaban el café adoraban al Apache, se subía a la mesa para que lo acariciaran o lo tomaran en brazo, fue un gato feliz. Por último, nos queda el consuelo que sus últimos días los vivió feliz, porque jugaba con el resto de los gatos y fue muy querido por las personas.
La segunda pérdida que tuvimos fue un gatito que habíamos dado en adopción hacia muy poco, se llamaba Apolo. Apolo llegó con su edad mal diagnosticada, nosotros creíamos que tenía seis años, pero resultó que ya era viejito. Lo entregamos en adopción y al poquito tiempo falleció.
En el caso de Apache el que más resintió su partida fue el Mitty, porque dormían juntos ¡Y tú lo notabas, el gatito estaba muy triste, muy decaído! Uno que está todos los días con los gatos se da cuenta que ellos sufren, que se entristecen y que sienten el desapego. Muchas personas no son conscientes de eso, pero el factor psicológico en los animales es increíble y de verdad existe. Definitivamente los gatos son una familia”.
La bicicleta, el mejor pack de todos
Francisco reconoce que hasta hace muy poco su señora y él solo se movilizaban en automóvil, pero como hace dos años El Mundo de Dalí se mudó a Av. Italia 1216, que es donde atienden actualmente –antes estaban ubicados cerca de Plaza Ñuñoa-, ahora el moverse en bicicleta le resulta mucho más fácil y práctico. “Con todo esto de los tacos, la contaminación, uno empieza a pensar en alternativas, entonces en ese contexto la bicicleta se convierte para mí en una especie de pack: descontamina, evita el tráfico vehicular y sirve para realizar ejercicio, además yo como aire y engordo”, ironiza.
Cuenta que su bicicleta es una bicicleta plegable modelo Tern Link D8 (en la fotografía), por lo que la intermodalidad con el sistema de transporte público le resulta bastante práctico. “Mi bicicleta es plegable, así es que voy con ella para cualquier lado, me subo al Metro, a los buses del Transantiago, etc. Sin parecer un speech publicitario, pero de verdad que la bicicleta me ha cambiado la vida, en tiempo, en salud, llegas de mejor ánimo a tu trabajo. Actualmente estoy viviendo en la comuna de Macul, por lo que me demoro media hora en llegar hasta acá, al café”, recalca. Y si hay algo de lo que Francisco se tiene que despreocupar, es el hecho de no sufrir pinchazos, esto porque su modelo de bicicleta tiene doble cámara, por lo que nunca ha sufrido un pinchazo. En definitiva, dice, es una bicicleta moderna, fácil de transportar y de guardar, “sobre todo para los que vivimos en departamento”, precisa.
— En un transcurso de tiempo has podido vivenciar las dos realidades, la del automovilista y la del ciclista. En ese aspecto, ¿qué opinión tienes de la infraestructura que existe actualmente en la ciudad de Santiago para los ciclistas?
— “La infraestructura para el ciclista me parece bastante pobre puesto que es el transporte del futuro. No contamina, no levanta casi nada de partículas, ayuda a la salud, disminuye los tiempos de viaje, un sinfín de cualidades. Entonces creo que las autoridades podrían realizar una mejor inyección de recursos por ese ítem, ¡y no me digan que no hay recursos, o que es complicado! O sea, hay más dinero para instalar más plantas de revisión técnica, para fomentar el uso del automóvil, pero no para mejorar la infraestructura de los ciclistas.
En lo personal creo que no es bueno fomentar tanto el uso del automóvil, ¡y no vengan con la excusa de que las distancias son muy largas porque también hay tramos que se pueden hacer en bicicleta, o sea, hay personas que utilizan el automóvil hasta para ir a comprar pan, una tontera! Ahora que me muevo en bicicleta he visto alegremente que hay señoras de 60 años que utilizan la bici, ¡y eso es muy bueno porque además de ayudarles en su salud, quiere decir que más personas se están atreviendo con este medio de transporte! Entonces, ¡¿por qué no invertir en más infraestructura!, existen muchos lugares donde se podrían construir nuevas y mejores ciclovías, ¡no cuesta nada! Creo que el costo beneficio es evidente, es un poco de recurso por parte del Estado y que mejoraría mucho, o sea, somos un país obeso, igual que los gringos, y vamos para allá”, sentencia.
Francisco atribuye al escaso número de ciclovías y el mal estado en que se encuentran algunas de estas, el hecho de que algunas personas consideren peligroso el movilizarse en bicicleta. “La gente puede decir que andar en bicicleta es peligroso, pero es importante atreverse y que nosotros mismos comencemos a generar un cambio, si no lo hacemos, difícilmente vamos a lograr conseguir que se construya nueva infraestructura para ciclistas, ¡por lo menos los fines de semana cierran ciertas calles, Macul, Irarrázaval, Pocuro, y es maravilloso porque se aprecian familias enteras, papás, mamás, personas en patines, en bicicleta, acompañados por sus mascotas, y ¿por qué?, porque se sientes seguras! Yo te aseguro que, si existiesen más y mejores ciclovías, la mitad de las personas se bajaría del auto.
— La Ley de Convivencia Vial te compete como automovilista y como ciclista, ¿qué opinión tienes al respecto?
— “En un inicio, cuando recién se aprobó la ley, los automovilistas eran bastante prudentes en términos de distancia y de velocidad, pero siento que ahora eso ya se perdió ¿por qué?, porque no hay nadie que fiscalice. Yo no sé si es porque soy ciclista, pero las ocasiones en que me ha tocado utilizar el automóvil para hacer las compras del local, siempre he tenido precaución con los ciclistas, ¡cómo voy a pasar a 80 km por el lado de una persona que va en bicicleta, imposible!, entonces cada vez que me topo con una persona que se moviliza en bicicleta yo reduzco la velocidad y esa es una acción que por ley todos deberían realizar”, reflexiona.
Esa especie de conciencia vial, especifica Francisco, es un tipo de conciencia que todos deberían tener. “Es momento de entender que la calle no es solo nuestra, sino que también lo es de la persona que se mueve a pie, en bicicleta, en moto, automóvil, los conductores de la locomoción colectiva, etc. Por lo tanto, es importante que nos respetemos y que elevemos ese respeto a algo más macro, como lo es una cultura colectiva y social”, invita.
El Mundo de Dalí atiende de lunes a viernes de 14:00 a 20:00 horas, sábado y domingo de 12:00 a 20:00 horas. Para los que vayan en bicicleta pueden estacionar en avenida Italia frente al café o en la esquina con Santa Isabel.
“Lo que me molestó mucho durante las primeras semanas de aprobada la ley fue la satanización que se hizo de la bicicleta, ¡o sea, una campaña comunicacional del terror! Yo no sé si la industria automovilística tiene muchos recursos o qué, pero durante esas semanas y meses los partes iban y venían, realmente una satanización de la bicicleta, horrible. ¡Sí, bacán andar en bicicleta, pero…! Se debe tener más criterio”, acusa.
Antes de finalizar la entrevista le pedimos a Francisco si puede tomar a uno de los gatitos para fotografiarse, el elegido es Mitty, quién, como buen anfitrión, no duda en posar.
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