La Dolce Bici llegó hasta la casa matriz de “El rey de las bicicletas” para entrevistar al auténtico monarca del vehículo de dos ruedas, el ya célebre Juanito Mena, a quién le preguntamos, entre muchas otras cosas, si la bicicleta seguía siendo el regalo predilecto de la navidad. Esto fue lo que nos contó.
En la familia de Juanito Mena no se comulga con el dicho “En casa de herrero, cuchillo de palo”, porque de alguna u otra forma sus cuatro hijos han estado ligado al mundo de las bicicletas, ya sea como usuarios o como futuros herederos del negocio de su padre. Una verdadera monarquía de las bicicletas que el patriarca fundó el 4 de junio de 1973 y que hoy, a 45 años de ese suceso, “El rey de las bicicletas” ostenta el local de venta más grande de Sudamérica con 1.800 metros cuadrados de edificación y que albergan una gran variedad de bicicletas y accesorios para ciclistas. Todo un récord si se considera que la tecnología sigue ganando terreno especialmente durante la época de navidad.
“Un solo año la bicicleta compitió con un producto, ese producto fue el notebook, de eso hace ya quince o veinte años que fue cuando la computación entró fuerte y todos los niños querían un computador como regalo en navidad. Ese fue un año complicado donde no sé si la bicicleta pasó a un segundo lugar, pero sí la peleó fuerte con la tecnología de ese momento”, rememora Juanito Mena, hijo, quien el día de la entrevista acompañó a su padre. Y no es que el progenitor necesite asistencia –a sus 72 años se mantiene erguido y lúcido- sino que Juan Francisco Mena, Ingeniero Comercial y Concejal por la comuna de Santiago, es el encargado de la parte administrativa del negocio.
Luego está Patricio Mena, Ingeniero Agrónomo y quien está a cargo de las ventas directas del local. “Yo le digo a Patricio que planta bicicletas en un tarrito porque como agrónomo acá en Santiago no tiene mucho campo”, bromea Juanito Mena padre y lanza una carcajada. Quienes no tienen injerencia en el negocio son sus hijos Cristian Mena, Capitán de Carabineros y Mauricio Mena, a quien el “Rey de las bicicletas” se refiere a él como su maravilla. “Mi maravilla es mi hijo menor de 27 años, Mauricio, quien tiene síndrome de Down”, confiesa, para luego mirar hacia la pared derecha de su oficina y apuntar con su dedo índice las muchas fotografías donde aparecen sus hijos. “Ahí está Juan Francisco, ahí está Pato y allá está Mauricio, mira, esta es mi maravilla, junto a mi señora”, dice, mientras muestra orgulloso una fotografía donde se aprecia su hijo Mauricio y su señora Patricia Echeverría, ambos vestidos de época.
¿Y a qué edad tuvo su primera bicicleta?, Juanito, le preguntamos. “Para mi primera bicicleta tengo que haber tenido unos diez años”, recuerda, cuando en 1956 su padre se la compró a un señor que se dedicaba a vender fierros y cosas en desuso en un carretón de mano. “Esta persona pasó por San Diego con Pedro Lagos que era la calle donde vivíamos y le ofreció la bicicleta a mi papá. Era una bicicleta con frenos de varilla, bien artesanal y bien mala”, sonríe.
La bicicleta de la suerte
Pero a pesar de su deterioro fue una bicicleta que le trajo muy buena suerte. “La arreglé y como tenía que presentar una revista de gimnasia en el colegio no se me ocurrió nada mejor que hacerlo con la bicicleta, así que obtuve un siete”, dice sonriendo y de manera muy efusiva, y continúa, “me acuerdo que reparé el freno de la rueda de atrás y para la rueda de adelante frenaba con el pie”, rememora, mientras imita el chirrido que se producía al momento de frenar.
Aquella es una bicicleta que todavía recuerda porque fue la primera que reparó y que le dio luces de lo que podría ser su futuro. Es más, su incursión en el mundo de las dos ruedas, los pedales y cadenas fue como mecánico de bicicletas, cuando a partir de ese 4 de junio de 1973 y con el primer local ubicado en Arturo Prat 1979, comenzó a reparar y a vender bicicletas. “Así partió Juanito Mena, con dos bicicletas, luego cuatro bicicletas, dos triciclos de reparto, hasta el día de hoy, que son miles de bicicletas”, declara.
Su talento como reparador de bicicletas lo llevó incluso a ser el mecánico oficial de Caloi, equipo de ciclismo brasileño que era auspiciado por la marca de bicicletas del mismo nombre y que venían a nuestro país a competir en la Vuelta Ciclista de Chile. Esta relación comercial, cuenta, se dio por intermedio del por entonces propietario de la marca, Bruno Caloi, a quien Juanito Mena le compraba las bicicletas para luego comercializarlas en Chile. “Bruno Caloi, que en paz descanse, me ayudó mucho, puso todo lo relacionado con la competencia y cada vez que el equipo visitaba Chile yo realizaba las labores de mecánico”, añade. En esos momentos, asegura, Caloi era uno de los mejores equipos de ciclismo de Brasil y desde donde emergieron figuras como Wanderley Magalhaes, entre otros.
Y ante la pregunta de si pensó alguna vez en ser competidor profesional dice de entrada que no, que, si bien tuvo una bicicleta de competición y que recorrió varios kilómetros con ella, lo suyo nunca fue la competencia, sino más bien el estar detrás del escenario, o “detrás de las herramientas” como dice él.
Sigo siendo el rey
Pero, quién realmente lo corona como el legítimo “Rey de las bicicletas”. Los mismos que han hecho de su empresa un negocio exitoso y perdurable a lo largo de los años, el público, quienes a través de una encuesta radial que se realiza en el programa “El Butlizer” en radio Santiago a inicio de los años ’80, lo bautizan como “Juanito Mena, Rey de las bicicletas”. Ese programa, dice, era conducido por Gerardo Bastias, un amigo de muchos años y al que todavía visita y guarda mucho cariño “un gran amigo el guatón Bastias”, destaca.
¿Y la reina?, evidentemente que la bicicleta, la que se niega a ceder el trono como el regalo predilecto de los usuarios durante el período de navidad. Según cifras entregadas por el propio Juanito Mena, solo en su local se venden cerca de 5.000 bicicletas durante esta fecha, destacando las Mountain Bike de aro 12, 16 y 20 como las que tienen mejor salida, luego le siguen las freestyle, las de media pista de aro 27 y 28 y finalmente las de modelo roster. Mientras que el público que se decide por una bicicleta como regalo de navidad se divide entre los padres que se las obsequian a sus hijos, es decir, a niños y adolescentes, y el estudiante universitario que quiere hacer de la bicicleta su nuevo medio de transporte y que, por lo tanto, él mismo se la costea, evidencia.
Y ya que estábamos con el verdadero “Rey de las bicicletas” no podíamos dejar de consultarle por la contingencia, especialmente en relación a la aprobación de la nueva Ley de Convivencia Vial y de toda la polémica que su implementación ha generado. Al respecto, recalca, es una ley que considera necesaria, en especial en lo que concierne al uso de accesorios que antes no eran obligatorios pero que hoy en día sí lo son, como por ejemplo, el uso de casco, chaleco reflectante y luces. “Qué es lo que sucede, que todos los golpes que un ciclista recibe al momento de sufrir un accidente por lo general son en la cabeza, por eso es importante el uso de casco y chalecos reflectantes”, aconseja. Según su percepción, opina, la persona que utiliza la bicicleta para ir a trabajar es el más reacio a cumplir con la norma, no así el que le da a la bicicleta un fin más recreativo, ese conductor, afirma, se acoge mucho más a la vestimenta y a las normas.
Hemos sabido mantener vigente el producto, fuimos los primeros en traer las bicicletas con motor, las bicicletas eléctricas, incluso tenemos bicicletas eléctricas con litio. Hemos ampliando el abanico de lo que la gente quiere», menciona Juanito Mena, hijo.
Quien difiere de esa impresión es su hijo Juan Francisco, que en su rol de concejal por la comuna de Santiago puede hablar con cierta propiedad respecto a temas de infraestructura y convivencia vial que se dan dentro de la comuna. En ese aspecto, argumenta, esta ley debió haber ido aparejada de una ciclovía de mejor calidad de las que existen actualmente, “sin duda esta nueva ley es un aporte a la convivencia vial, pero sigue siendo riesgoso. Creo que si nos ponemos en el lugar del ciclista, lo veo incluso más peligrosa de lo que había antes ¿por qué?, porque se está obligando a circular por la calle con todo lo que eso implica”, advierte.
A los profesionales que están a cargo del diseño de estas ciclovías, manifiesta, les hace falta más expertiz en la materia, puesto que con el afán de crear nuevas pistas se construyen rutas mal implementadas, con mala logística, donde ni siquiera se tiene en consideración el ancho de las calles. Un ejemplo concreto de ello, evidencia, es el caso de la calle Arturo Prat. Esa ciclovía, dice, además de congestionar todavía más la vía, pone en riesgo al peatón, porque al ser una ciclovía que va en ambos sentidos desorienta a la persona que quiere cruzar la calle. “¡Hacia dónde mira el peatón, hacia el sentido vehícular o hacia el sentido contrario!”, reflexiona, y continúa, “si construimos ciclovías por construir, claro, podemos tener miles de kilómetros, o cientos de kilómetros, ¡pero hacerlas bien, es una cosa totalmente distinta!”, desafía.
Juanito, y qué pasaba si sus hijos no aprendían a andar en bicicleta, le preguntamos, “si no aprendían a andar en bicicleta, no eran hijos míos”, remata y suelta una carcajada que se retumba en toda la oficina.
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