El protagonista de nuestra sección Yo amo mi bicicleta de la edición de mayo-junio, es el destacado músico nacional Benjamín Walker, quien pasa sus días de cuarentena componiendo los temas para su nuevo material discográfico.
Hay dos cosas que por estos meses de cuarentena el cantautor nacional, Benjamín Walker, extraña de sobremanera. El salir a recorrer las calles de Santiago en Bicicleta y las presentaciones que él, junto a sus músicos, realizan en vivo. “Ha habido mucha ansiedad durante estas semanas porque teníamos hartos planes de giras y presentaciones que, evidentemente, en el corto plazo, ya no podremos realizar. Somos un equipo donde gran parte de sus integrantes –y me incluyo- vive del espectáculo en vivo. Por lo tanto, ha sido una reinvención constante”, revela.
El músico cuenta que, gracias a los conciertos y presentaciones que realizó durante los meses de verano, ha podido sostener su situación económica durante estos meses. Y si hay algo en lo que tiene claridad absoluta, afirma, es en el hecho de que la industria se está reinventando. Una especie de bote al que músicos, artistas y productores tienen que saber subirse para continuar haciendo lo que más aman, su arte, invita.
Fue durante los calurosos días de diciembre de 2019 y en medio del estallido social, que realizamos la sesión fotográfica para esta entrevista. Para entonces, el cantautor ya había participado, por medio de su maravillosa voz, en el “El Derecho de Vivir en Paz”, la reversión de uno de los clásicos de Víctor Jara y que Benjamín Walker, junto a Francisca Valenzuela, Gepe, Camila Moreno, Moral Distraída, entre otros músicos y músicas de Chile, plasmaron en la versión de 2019, el año del despertar de Chile.
“Para mí, participar en “El Derecho de Vivir en Paz” de Víctor Jara, fue un hito. Fue un sentirme parte de la historia de mi país, verme, por ejemplo, entre tantos colegas que admiro muchísimo, fue una experiencia única. En ese entonces yo estaba en México, se dio la casualidad que cuando ocurrió todo esto, Paz Court también estaba allá así es que grabamos juntos. Y nada, fue una hazaña épica, al equipo de producción que se le ocurrió la idea sacó el proyecto adelante en menos de 24 horas, todo con una factura técnica y una producción realmente hermosa. No me cabe duda que eso va a quedar en la historia, de todas maneras”, rememora.
Estos días de cuarentena le han servido al músico para preparar el material de su próximo disco y que espera lanzar muy pronto. Pero no solo eso, también se apronta a lanzar una versión acústica de su último álbum, “Brotes” (2017). “Lanzar “Brotes” en su versión acústica es una transición hacia mi tercer disco, material que ya estoy mezclando y editando, ¡por suerte alcanzamos a grabar el álbum completo en el verano!, entonces ahora en cuarentena podemos tomarnos el tiempo de desarrollar ese concepto con más calma. Va a ser un 2020 de, irónicamente, dos discos”, sonríe.
Pero no todo ha sido trabajo, también ha habido días de relajo y de diversión. ¿Cómo se distrae Benjamín Walker en cuarentena?, viendo matinales. Sí, matinales, pero uno en específico y no por televisión abierta, donde pareciera que los únicos panelistas disponibles son los políticos.
“Lo más entretenido e interesante que he visto durante estos días de cuarentena, ha sido “Yorka, el matinal” un programa que conduce Yorka junto a su hermana Daniela Pastenes, un proyecto que se ha levantado a pura autogestión, pero con una calidad y amor que se notan a leguas. Así que ya lo saben, si quieren ver algo realmente entretenido y con entrevistados de lujo, les recomiendo “Yorka, el matinal”, todos los sábados al medio día por la cuenta de Instagram del grupo @yorkayork”, invita.
Para mí, participar en “El Derecho de Vivir en Paz” de Víctor Jara, fue un hito. Fue un sentirme parte de la historia de mi país, verme, por ejemplo, entre tantos colegas que admiro muchísimo, fue una experiencia única. En ese entonces yo estaba en México, se dio la casualidad que cuando ocurrió todo esto, Paz Court también estaba allá así es que grabamos juntos. Y nada, fue una hazaña épica, al equipo de producción que se le ocurrió la idea sacó el proyecto adelante en menos de 24 horas, todo con una factura técnica y una producción realmente hermosa. No me cabe duda que eso va a quedar en la historia, de todas maneras”.
−Yo amo mi bicicleta porque…
“Para mí, la bicicleta, es sinónimo de libertad, por eso yo amo mi bicicleta. El aprender andar en este vehículo desde muy pequeño me ayudó también a tomar mis propias decisiones, de ir a donde yo quisiera ir, por lo mismo me tomé el uso de este medio de transporte con ese ímpetu. Nunca más me bajé de la bicicleta, desde muy niño que me iba en bici al colegio, y hoy en día es la forma que tengo de conectarme conmigo y de sentirme libre”.
−Mi destino favorito en bicicleta es…
“Todos, porque disfruto tener que subirme a mi bicicleta para llegar a destino. Vaya donde vaya y mientras esté la alternativa de hacerlo en bicicleta, yo me siento feliz. Particularmente, y más que un destino en específico, me gusta realizar mis viajes en bicicleta por las ciclovías que bordean el río Mapocho, hacer esa ruta es lo más parecido a un buen viaje. Uno, porque son ciclovías de muy buena calidad, y dos, porque el paisaje es muy bonito”.
−Si tu bicicleta fuese tu coprotagonista en una teleserie, película u obra teatral, ¿de qué se trataría la trama?
“Se trataría de cómo la bicicleta me ha acompañado en muchas etapas de la vida y, de repente, llega alguien y se roba a mi coprotagonista. Muchas veces uno tiene la confianza de que los objetos nos acompañarán por siempre, pero luego la vida te enseña que nada es para siempre”.
−Como auténtico bici lover ¿qué le hace falta a la ciudad para incentivar más el uso de la bicicleta?
“Creo que hace falta un diseño vial que contemple a la bicicleta con la dignidad que se merece. En su mayoría, las ciclovías en Santiago son ridículas, parecen una broma, yo vivo entre Providencia y Ñuñoa, y aún utilizando las ciclovías, de igual forma tengo que pasarme a la calle porque se hace imposible seguir pedaleando por ahí. Por ejemplo, la ciclovía de Simón Bolívar, y siempre me paso a la calle los automovilistas me tocan la bocina, y a todos los que me tocan la bocina les respondo: ¡la ciclovía es una mierda!, y lo divertido es que casi todos miran la ciclovía, luego me miran a mí de vuelta, y todos me hacen el gesto de ¡tienes razón, perdón!
Ahora bien, si se diseñaran ciclovías como las de Ricardo Lyon y recientemente, Eliodoro Yáñez, ¡ahí yo te creo! Con infraestructura de ese nivel, por supuesto que se incentiva todavía más el uso de la bicicleta, ¡porque hay que decirlo, moverse en bicicleta es un peligro!, sobre todo en rutas como la de Simón Bolívar, que son ciclovías simbólicas, un trazado entre la vereda y la calle, con árboles entre medio del tramo. ¡O sea, claramente fueron hechas para decir que se hizo una ciclovía”.
*Fotografía de portada: Juan Carlos Necul.
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