Casa sí, calle no

Ante el impedimento de salir a la calle y de la ausencia de eventos que poder cubrir, nuestra sección La Bici Social contactó a varios de nuestros seguidores y los invitó a tomarse una fotografía junto a su fiel compañera, la bicicleta, además de alentarlos a responder la siguiente pregunta: ¿qué lugar te gustaría visitar en bicicleta luego de que pase la pandemia? Este fue el resultado.

De no estar atravesando por esta difícil crisis sanitaria, lo más probable es que a la fecha, la agenda cletera hubiese estado repleta. Por las calles de Santiago y de regiones habrían desfilado, al ritmo del inconfundible sonido de las cadenas, ya varias ediciones de la Cicletada del primer martes, la Cicletada Plurinacional y la Cicletada de la luna, por mencionar algunos. Sin embargo, y producto de la emergencia, miles de pedaleros se han visto en la obligación de recluirse en sus hogares.

Se han resguardado en sus casas, pero en compañía de sus seres queridos, mascotas y, por supuesto, su siempre bien amada bicicleta. Ese es el caso del pequeño Martín (en la fotografía de portada), de la ciudad de Puerto Varas, quien aparece junto a su perro Turbo y su bicicleta Giant, su medio de transporte para movilizarse al colegio. “Aquí, en Puerto Varas, nuestras cletas usadas esperan pacientemente a que pase esta pandemia; esperan para poder llevarnos una vez más a nuestros trabajos, colegios, o solo a recrearnos. Esperamos con ansia el momento de salir a pedalear, sobre todo porque los días están ideales para ello”, comenta el padre de Martín.

 “Este virus nos ha privado de lo más preciado que tenemos los seres humanos, ¡la libertad!”

Rebeca Echeverría.

Para Rebeca Echeverría este virus ha atentado contra el principal derecho que tenemos los seres humanos, el derecho a la libertad. “Hoy, un virus nos ha obligado a mantenernos encerrados, a privarnos de afectos tan esenciales como lo es un abrazo, un beso, una caricia de quienes son nuestras personas amadas, la familia y los amigos.

Nos ha privado de lo más preciado que tenemos los seres humanos, ¡la libertad! Y eso es para mí la bicicleta, ¡es libertad! No existe sensación más rica y mágica que el ir pedaleando y sentir el viento fresco en mi cara. El poder movilizarme en ella donde quiera y a la hora que quiera”, remarca.

Es por esa misma razón, agrega, que no sabría elegir un lugar específico donde ir una vez que pase la pandemia, porque una vez que llegue ese momento, revela, tomará su bicicleta y se irá donde primero la lleven sus piernas. “Aunque, si tuviese que elegir un lugar donde ir con mi bicicleta, indudablemente que sería a un lugar con mar. Pedalear y contemplar el mar son y serán, uno de mis panoramas prefectos”, declara.

“El pasar tiempo en casa me ha permitido estar aún más presente en la crianza de mi hijo”

@Franspika.

“El pasar tiempo en casa me ha permitido estar aún más presente en la crianza de mi hijo de dos años. Desde el punto de vista familiar estas semanas han sido muy bonitas porque he podido compartir muchísimo con mi hijo”, evidencia Franspika, como se le conoce en Instagram.

Esa felicidad familiar, dice, contrasta con lo que ha significado la pandemia en el ámbito laboral, Restaurador Patrimonial de profesión, su trabajo se ha visto fuertemente afectado por la crisis sanitaria. “Para mí la pandemia ha significado mutar completamente, ha significado cambiar la forma y la mecánica de trabajar. Soy Restaurador Patrimonial y, evidentemente, que mi fuente laboral se ha visto afectada por esta pandemia”, precisa.

Pero no todo ha sido tan negro, gracias a su bicicleta, agrega, ha podido cumplir labores de bicimensajero. “Con respecto a la bicicleta, he dejado de pedalear por placer y solo me he enfocado en mis entregas como bicimensajero. Por lo mismo, apenas pase todo esto, me encantaría ir en familia a un parque lleno de niños, donde mi hijo pueda jugar y hacer amigos, por supuesto que iríamos pedaleando”, expresa.

“La premisa aquí es cuidarse y cuidar al resto, ya vendrán los días para volver a surfear el viento”

Carla González.

“Extraño de sobremanera subirme a mi bicicleta y ¡mandarme a cambiar donde quiera!”, confiesa de entrada Carla González, profesora de profesión y amante de la bicicleta. “Sin duda que estos días han sido complicados, amo salir en mi bicicleta, extraño, por ejemplo, subir al cerro San Cristóbal y ver la ciudad desde lo más alto, para luego bajar con la satisfacción de ¡haber logrado el objetivo!, además de sentir esa increíble sensación de las ruedas de la bicicleta como parte mía, como alas, es ¡realmente maravilloso!”, manifiesta.

Este vehículo, dice, no solo cumple un rol recreativo, sino que también terapéutico, puesto que el ejercicio que realiza con ella, le permite sobrellevar de mejor manera la diabetes. “El deporte, en este caso la bicicleta, es una parte esencial en mi vida como diabética, dicha práctica, sumado una dieta que me permite mantener los niveles de azúcares, hacen que mi día a día sea mucho más saludable”.

Y sí, dice extrañar “mandarse a cambiar donde quiera”, pero también reconoce que se debe ser paciente, responsable y consciente, y que, guste o no, es tiempo de quedar en casa. “La premisa aquí es cuidarse y cuidar al resto, ya vendrán los días para volver a surfear el viento”, invita.

“Estamos frente a un verdadero cambio de paradigma”

Hernán Torres.

“Mi aporte por estos días es ayudar con la bicilogística, es por eso que recorro gran parte Santiago entregando mensajería y encargos, todo para que las personas no tengan que salir de sus hogares y así nos sigamos cuidando entre todos”, destaca Hernán Torres, quien realiza este importante trabajo desde @eco_liga, empresa de bicimensajeria que fue fundada por Ignacio Jaque (su actual director), @cleteroambientalista en Instragram, este 2020.

Para Torres esta crisis representa un verdadero cambio de paradigma en cuanto a las acciones y decisiones que en el último tiempo han tomado los individuos. “Es terrible todo lo que está pasando, pero sin duda que esta contingencia nos hará cambiar el paradigma de cómo estábamos sobrellevando nuestras vidas, finalmente, todo esto nos servirá para ser mejores personas, para ser mucho más conscientes, con el medio ambiente, con nuestros vecinos, con el cuidado animal, etc. Por mi parte, espero con ansias poder asistir a todas las cicletadas que se estaban realizando hasta antes que pasara todo esto, así es que estoy contando los días”. Por mientras, dice, seguirá pedaleando para cumplir con su trabajo como bicimensajero.

“Nuestro sueño como familia para después que pase todo esto, es agarrar nuestras bicicletas y
perdernos en la hermosa naturaleza del sur de Chile”

Carolina Bahamondes junto a su familia.

“Nuestro sueño como familia para después que pase todo esto, es agarrar nuestras bicicletas y perdernos en la hermosa naturaleza del sur de Chile. El sur de Chile o Francia, para ir a visitar a mi suegra que vive allá y que no lo ha pasado nada de bien con todo esto”, confiesa Carolina Bahamondes, quien tiene como compañero de vida a Loar, de nacionalidad francesa, ambos son padres de Amaya y Tiago.

Esos aires parisinos han hecho que las cuarentenas no sean tan monótonas, sobre todo desde el punto de vista culinario. “Somos una familia gourmet, por lo que lo mejor del encierro ha sido cocinar y probar nuevas recetas. Pero no solo eso, también hemos bailado, jugado bachillerato, partidas de carioca, hemos visto películas y hemos tenido largas conversaciones familiares”, destaca.
Ese equilibrio, confiesa, lo logró con el pasar de las semanas, porque en un principio no fue nada fácil. “Estar todos juntos las 24 horas del día cambia totalmente la rutina, en un inicio fue un poco difícil, las tareas escolares, el teletrabajo, las cosas de la casa, ¡cero descansos! Los días se hacían más largos y tediosos, pero poco a poco uno se va adaptando y organizando, como todo el mundo, supongo”.

Y sin duda uno de los aspectos que Carolina más destaca de esta contingencia sanitaria, es el hecho de poder compartir más con sus hijos. “He tenido trabajos muy absorbentes y por lo mismo me he perdido varias de sus etapas, entonces durante estas semanas he podido apoyarlos, regalonearlos y realizar muchas más actividades con ellos”, expresa.

“Es momento de comenzar a desempolvar las bicicletas para que estén full al momento de salir a pedalear y ya no haya excusas”

@Luisalbertoasecas.

Luisalbertoasecas, como se le conoce en Instagram, confiesa que, por estos días, desempolva sus bicicletas con cierta nostalgia, esto porque se siente un poco arrepentido de no haber salido más a pedalear. “Salí a pedalear después del estallido social, ya le estaba tomando el gustito cuando llegó la orden, por parte de las autoridades sanitarias, a quedarse en casa. Así es que ahora a desempolvar las bicicletas para que estén full al momento de salir a pedalear y ya no haya excusas”, advierte.

“A diferencia de otros trabajadores, nosotros no hemos tenido posibilidad de realizar teletrabajo, peor aún,
en la Región de O’Higgins 
no se ha decretado ningún tipo de cuarentena”

Daniela Meza.

“Me convertí en ciclista empedernida hace aproximadamente unos ocho años, ya sea con frío, calor, lluvia o tormenta, voy a todos lados con mi bicicleta urbana”, remarca Daniela Meza.

La misma bicicleta urbana que le ha servido como medio de transporte durante estos días de pandemia. “A diferencia de otros trabajadores, nosotros no hemos tenido posibilidad de realizar teletrabajo, peor aún, en la Región de O’Higgins no se ha decretado ningún tipo de cuarentena. Entonces, cuando se inició toda esta crisis, mi bicicleta cobró más sentido que nunca, porque comencé a utilizarla como medio de transporte para movilizarme a mi trabajo.

Todo esto ha sido muy triste, porque a pesar del miedo y de la exposición, hemos tenido que seguir trabajando, yo misma he sido testigo del pánico que sienten mis colegas al momento de utilizar el transporte público. El llegar o salir de la oficina se ha convertido para mis compañeros de trabajo en una situación de mucha inseguridad y estrés”, evidencia Daniela.

Una de las cosas que más entristece a Daniela por estos días, es el hecho no poder compartir su gran pasión, la bicicleta, con sus amigos. “Me da pena no poder salir a andar en bicicleta con mis amigos, pero apenas pase todo esto, nos reuniremos para realizar una ruta juntos y así bajar todos los kilos que hemos subido durante estas cuarentenas autoimpuestas”, bromea.

¿Y cuando pase todo esto? “Tomaré mi bicicleta y saldré a pasear al sector de Baquedano, en los silos del Molino Koke, donde está el mural más grande de Chile y que afortunadamente queda en mi ciudad”.