“La bicicleta es, simplemente, parte de mí”

La seleccionada nacional de Cross Country, Daniela Rojas, conversó con La Dolce Bici. En esta extensa entrevista que se publica en dos partes (segunda parte, edición octubre) la deportista nos contó sobre el accidente que sufrió en agosto de 2018 y que casi le cuesta vida. Esta nota, además, se enmarca dentro del Especial Conversatorio que nuestra revista preparó para esta edición con motivo del Conversatorio: “Ley de Convivencia Vial, Tarea de Todos” . 

La vida de Daniela Rojas, 27 años, seleccionada nacional de Cross Country, y estudiante de primer año de Producción de Eventos del Instituto Profesional Los Leones, tiene mucho de cinematográfica, en especial por un filme en específico, “Frida” (2002), de la directora Julie Taymor y protagonizada por la actriz mexicana Salma Hayek. Y es que cada vez que la deportista reconstruye el accidente que el año 2018 casi le cuesta la vida, es inevitable no traer a la memoria la escena del accidente que también, casi le quita la vida a la pintora mexicana el 17 de septiembre de 1925.

Consecuencia del accidente que la deportista sufrió en junio de 2018, la escafoide de su mano izquierda debió ser recompuesta por un perno.

“El accidente ocurrió en agosto de 2018. En marzo de ese mismo año competí en Brasil y Estados Unidos y me fue bastante bien. Después de esas competencias me puse a entrenar para el Panamericano de Ciclocross, en el que había competido el año anterior y donde obtuve el puesto número 15, me fue bien. Entonces dije, ‘puedo seguir compitiendo, me va a ir bien’. En junio de ese mismo año iba llegando a mi trabajo y en Duble Almeyda con Campos de Deportes un auto me hizo una encerrona y me atropelló, el resultado, una fractura en la escafoide de la mano izquierda. Jamás me habían atropellado porque siempre soy muy cuidadosa, miro hacia todos lados y respeto todo, pero por la infracción del conductor de igual forma me vi involucrada en un accidente.

El auto se cruzó y me destrozó la bicicleta, alcancé a saltar, pero al caer me apoyé con la mano izquierda en el pavimento y se me fracturó. Consecuencia de ese accidente me tuvieron que poner un perno para recomponer el hueso”, recuerda.

— ¿El conductor te prestó ayuda?

— “El conductor se escapó, se dio a la fuga. Hice el intento por conseguir las grabaciones de las cámaras del lugar, pero nada, perdí la bicicleta y eso me entristeció muchísimo. En un par de meses más tenía el campeonato nacional de mountain bike, me costaba mucho entrenar porque se me inflamaba la mano, pero de igual forma me animé y participé en el nacional. Fui más que nada con las ganas porque físicamente no estaba al cien, ¡quedé tercera, solo con las ganas! Me volví a motivar, retomé los entrenamientos, habíamos comprado los pasajes para el Panamericano, estaba todo volviendo a la normalidad”.

El cuerpo separado de la bicicleta

Como si se tratase de una ironía de la vida, el accidente que casi le cuesta la vida a la seleccionada nacional de Cross Country ocurrió en las intersecciones de las calles Grecia con Campos de Deportes, dos nombres que de alguna u otra forma se asocian a la mayor pasión de Daniela, el deporte. Oriunda de la ciudad de Coquimbo, la joven nació en el seno de una familia de deportistas, hermana de una seleccionada nacional de atletismo e hija de un padre atleta, ciclista y gimnasta, desde muy pequeña la joven ha estado ligada a las disciplinas deportivas, primero como atleta y luego como ciclista.

Ese 21 de agosto de 2018, día del accidente, Daniela se dirigía a su trabajo, iba en bicicleta. Cuenta que primero tomó Maratón y luego subió por Ñuble, al llegar a las intersecciones de Grecia con Campos de Deportes el semáforo dio rojo. Daniela, como buena ciclista, adelantó a los automovilistas para que estos la divisaran al momento de cruzar la calle.

“Siempre soy muy cuidadosa, por lo que antes de cruzar miré para ambos lados y no venía nada. El semáforo cambió a verde, partí, voy en mitad de la calle cuando miro de reojo y veo el color de la micro que viene hacia mí. Lo único que hice fue girar el manubrio de la bicicleta y me cargué hacia el sentido del Discóbolo del Estadio Nacional, es esa maniobra que la micro me alcanza y me pegó. No recuerdo del todo los detalles, pero lo que sí recuerdo muy bien es que fue tan violento el golpe que incluso me elevó, tanto así que la bicicleta fue a dar tres carriles más allá.

Al momento de caer quedé mirando las ruedas del Transantiago. Y aquí tengo que confesar que me ocurrió algo muy extraño. Sucede que yo me veía desde arriba, no sé si lo soñé o de verdad me desdoblé o definitivamente estuve muerta por un par de segundos, pero yo me veía desde arriba, entonces me decía a mí misma, ‘qué me pasó’. En ese momento me puse a pensar en todo lo que no había hecho, a preguntarme por qué no había tenido hijos, familia. Me puse a pensar en cosas así”, rememora.

En ese flashback de los recuerdos llega a la memoria de Daniela una de las imágenes más bellas, pero a la vez también más tristes del accidente, “el cuerpo separado de la bicicleta”, revela. “Desde arriba como que yo tenía pena, lo recuerdo perfectamente bien, recuerdo también la posición en la que quedó mi cuerpo. Entonces me comenzó a invadir un sueño cada vez más profundo, y empecé a sentir una paz y una tranquilidad que nunca antes había sentido. Fue en ese momento de trance que reaccioné y dije ‘¡no, no, esto no me puede pasar a mí, todavía soy muy joven para partir!’, recién ahí sentí que caí al suelo y que mi cuerpo volvió a mí”, confiesa.

La sensación de paz y tranquilidad rápidamente dio paso a la sensación de angustia y desesperación. Relata que se vio la mano y tenía una herida gigante que no paraba de sangrar, todo era sangre. “Vi mi guante, la zapatilla, recuerdo que me intenté levantar y me empezó a faltar el aire, sentía que me iba a desmayar, vi todo de color azul, verde, de todos los colores, y me decía: ‘¡no, Daniela, no te desmayes!’, no me podía desmayar porque corría el riesgo de morir, entonces me aguanté, me aguanté, hasta que al final logré mantenerme consciente. Siempre que me caía me levantaba, tomaba mi bicicleta y me iba a la casa, los dolores me los bancaba, pero esta vez era distinto, cuando me vi la mano dije, ‘¡ah, no, esto es una fractura!’”, destaca.

En la fotografía, la seleccionada nacional en una de sus muchas competencias.

Recordando a Frida Kahlo

En su locura, recuerda Daniela, se intentó parar, se puso de rodillas y estando en esa posición sentía que algo le atravesaba la costilla, pero no podía identificar por qué le dolía. “De repente empecé a vomitar sangre y no sabía qué me pasaba, en ese instante hago el intento real de poder levantarme, pero lo único que consigo es caer de espaldas y desplomarme. Al rato llegó un caballero, era un paramédico, al parecer mi mano tenía una fractura porque de repente me tomó el brazo, lo movió, y sentí un dolor horrible. A ratos volvía a recordar el dolor en la costilla, era como si tuviera un fierro atravesándome, pero no lo veía”, precisa.

Por la posición en la que se encontraba Daniela solo podía ver manos y pies, ante sus ojos eso sí, todo pasaba en cámara lenta. “En un momento empecé a mover las piernas, que era lo que más me preocupaba, las podía mover. Lo que no podía mover era de la cadera hacia arriba, era un dolor horrible que se le conoce como radiación, que de solo tocar duele”.

Producto de este accidente perdió el conocimiento, sufrió la inflación del ciático, tuvo una fractura en la espalda, justo en la parte de la columna, fractura en el cuello, el tórax, en la escápula, costilla y clavícula, consecuencia de esta última, dice, “no podía respirar”. Pero no solo eso, por fin pudo detectar el origen de su dolor en la costilla. Se trataba de una rotura en la escápula, un hueso que es plano y que es casi imposible de romper, pero que en su caso se quebró un pedacito que luego terminó perforando un pulmón.

“Lo más terrible de todo es que nada se podía operar, porque como era la espalda, si te operaban, había muchos vasos sanguíneos, entonces la única forma de recuperación es que pasara siete meses en cama. Por los niveles de fractura tuve que usar dos tipos de corsé, uno para la espalda y otro para la clavícula, al más puro estilo de Frida Kahlo”, recuerda, en alusión a su pintora favorita.

— ¿Supongo que en esta ocasión el conductor sí te prestó ayuda?

— (…) “El chofer se dio a la fuga, las personas que se acercaron a socorrerme lograron detenerlo y lo bajaron, pero en principio se dio a la fuga. Lo peor de todo es que conducía con una licencia falsa. Nosotros interpusimos una querella criminal y estamos a la espera de llegar a un acuerdo con el seguro de la empresa, pero la verdad es que no me interesa el dinero, me interesa que las personas sean más humanas y que pidan disculpas –que no es el caso de esta persona-. No entiendo cómo puede haber personas tan irresponsables que uno, manejan con licencia de conducir falsa, dos, pasan con luz roja, y tres, no tienen consciencia de que la persona atropellada puede ser una madre, un padre, un hijo, de verdad que no lo entiendo”.

El grave accidente que sufrió Daniela no solo deja en evidencia la mala clase del conductor que le embistió, sino que también la del resto de las personas, quienes en vez de preocuparse en socorrerla se dedicaron a robarles parte de sus pertenencias, entre los objetos sustraídos se encuentran su billetera, la mochila y una cadena, su bicicleta, dice, estuvo a punto, si no es por un compañero de trabajo que llegó a socorrerla, la bicicleta también se la roban.

Continuará…