Según la Real Academia Española la palabra zurcir tiene varias acepciones, la primera y más común es cuando se la utiliza como sinónimo de coser, pero también se la puede utilizar para “unir y juntar sutilmente una cosa con otra”. Y más bien con esa definición tiene que ver el hermoso trabajo que se realiza en la organización FoCo-Migrante, con el unir y juntar las piezas de una bicicleta en mal estado, para luego convertirlas en una bicicleta completamente nueva.
En días en que se comenta la bullada decisión del Presidente Sebastián Piñera de restar a Chile del Pacto Migratorio de la ONU, especial relevancia cobra el trabajo que realizan los integrantes del Fondo Comunitario de Bicicletas Migrantes, o más conocido como FoCo-Migrante, organización sin fines de lucro que se encarga de “crear, visibilizar, fortalecer y promover la vida comunitaria, migrante y ciclista en Chile”. O, en otras palabras, de recibir una bicicleta en mal estado, repararla, y entregársela a algún hermano migrante o compatriota que la necesite.
Este trabajo de inclusión nace a partir del año 2016, cuando Daniel Lafranco, actual coordinador de FoCo-Migrante trajo la idea desde Canadá, país en el que se trabaja fuertemente con el reciclaje de bicicletas y talleres comunitarios. Para conocer más en profundidad este innovador proyecto es que La Dolce Bici entrevistó a tres de sus integrantes, Angélica Hernández (encargada de comunicaciones), Álvaro Herrando (mecánico) y Daniel Figueroa (mecánico).
—¿Cómo nace el proyecto FoCo-Migrante?
—Álvaro Herrando: “Este es un proyecto que surge a partir de varias ideas y personas, pero, principalmente, es un proyecto que surge del amor que cada uno de los integrantes tiene por la bicicleta. Así, por ejemplo, está el caso del principal gestor del proyecto, quien trabajaba en extranjería y se le ocurre la idea de vincular el uso de la bicicleta con la comunidad migrante. Por otra parte, está el caso de Daniel (Lafranco) actual coordinador de FoCo-Migrante y quien realiza sus estudios en Canadá, estando allá es que conoce todo este mundo del reciclaje de bicicletas y talleres comunitarios y decide traer la idea a Chile, por último, está el caso de otros de los miembros que sabe de mecánica de bicicletas y es así como entre los tres comienzan a dar forma al proyecto. Actualmente el equipo cuenta con ocho integrantes, todos de disciplinas distintas, pero con un objetivo en común: el amor por la bicicleta”, explica.
Los ejes centrales de la organización son tres, la redistribución, la educación y el formar comunidad. Dentro de esos tres ángulos, explica Angélica Hernández, encargada de comunicaciones de FoCo-Migrante, se encuentran las escuelas de ciclismo que están dirigidas para niveles de colegio, nivel medio, nivel mayor, y para todas aquellas personas adultas que no saben andar en bicicleta, pero que sin duda tienen toda la disposición y la intención de aprender e incentivar el ciclismo urbano.
Luego está el área de redistribución donde por ejemplo entra el taller comunitario a cargo de Daniel Figueroa, y finalmente está la labor de formar comunidad, que no es solo realizar estos cursos y entregar las bicicletas, remarca, sino que la intención es que también se creen lazos entre las personas que asisten a estos talleres, para que así tengan una red de contención al momento de salir a moverse en bicicleta por la ciudad, precisa.
Enchúlame la bicicleta
Álvaro Herrando y Daniel Figueroa tienen tres cosas en común. Su amor por la bicicleta, su profesión –ambos son Ingenieros en Minas- y su rol en la organización, los dos cumplen la función de mecánicos. Y si bien cada uno de los integrantes desempeña un papel que es transcendental dentro de FoCo-Migrante, el de ellos es el corazón del proyecto, porque sin el trabajo de los mecánicos una nueva bicicleta no podría ver la luz. O, en otras palabras, son ellos los que, en buen chileno, “enchulan la bicicleta”.
Daniel Figueroa: “En lo personal te podría hablar del trabajo que se realiza en el taller. Lo primero que se hace es que se reciben las bicicletas que son donadas, pueden ser de distintas índoles. Por ejemplo, últimamente hemos recibido hartas donaciones de personas que llegan a arrendar un departamento y se encuentran con bicicletas que han dejado anteriores arrendatarios, y las dejan ahí por años, en desuso. Entonces esa ha sido una de las vías por las cuales hemos estado rescatando hartas bicicletas.
Una vez que llegan acá yo las tomo y les vuelvo a dar vida. Las desarmo por completo y les realizo una mantención full. Ahí uno se da cuenta que por más deplorable que sea el estado de la bicicleta, de igual forma se puede reutilizar, afirma, emocionado, y agrega, “aparte yo trato de darle un sello a mi trabajo para que a la persona que reciba esa bicicleta le den ganas de ocuparla”. Es tanto el amor por la bicicleta y por este trabajo en específico, que confiesa entregarle harto cariño y energía a la mecánica de la bicicleta, “para que quede más buena”, agrega.
En el equipo de FoCo-Migrante hay profesionales de distintas disciplinas. Partiendo por nuestros entrevistados, está Angélica Hernández, que es Diseñadora, Álvaro Herrando y Daniel Figueroa que son Ingenieros en Minas. Luego está Vicky, que es Socióloga, Daniel, que es Antropólogo, Susana y Hernán que son profesores, ella es docente de Historia y él de Educación física. Nuestra organización tiene las puertas abiertas para todas aquellas personas que deseen colaborar con nosotros, en todas las áreas. Nos hace falta más gente, queremos recibir más gente, hace el llamado, Angélica.
Este último tiempo, asegura, le ha dado más prioridad a la calidad que a la cantidad. “Me toma más o menos un día entero arreglar una bicicleta para que quede en esas condiciones”, explica, mientras apunta hacia una bicicleta que parece recién salida de fábrica. Figueroa aprovecha la instancia para pasar el dato y extender la invitación para que más voluntarios contribuyan con este gran proyecto, “el viernes es el día de los voluntarios y a mí me hace falta mucha ayuda acá en el taller. En las últimas semanas ha
habido voluntarios que han venido de manera constante, pero de igual forma se necesita más apoyo, para que vengan y se motiven a ayudar”.
Datos…
—Tomando en consideración que se trabaja mayoritariamente con bicicletas que son donadas. ¿Cómo lo hacen, por ejemplo, para que nos les llegue una bicicleta robada?
—Daniel Figueroa: “Por cómo llegan, difícilmente se nos va a colar una bicicleta que haya sido robada. Las que son robadas tienen otro tipo de componentes, de tecnología, mientras que las que yo arreglo son de un rango del año 90 o 2000”.
Angélica Hernández: “Para evitar todo ese tipo de situaciones es que existe un formulario que la persona que decide donar la bicicleta tiene que completar con sus datos personales. Por lo tanto, tenemos el contacto del donante, uno, para poder decir, ‘¡mira, acá está tu bicicleta, realmente se le dio vida, se le entregó a una persona!’, y dos, para que en caso de surja cualquier duda o inconveniente lo podamos contactar”, remar
ca.
Este es un trabajo, dice, que se realiza en conjunto entre la comunidad y la organización, en que primero se debe realizar la convocatoria para que los interesados se enteren de la existencia de este proyecto y así puedan donar las bicicletas. Luego viene todo un trabajo con “bici mensajería”, que es cuando los “bici mensajeros” van a buscar las bicicletas que son donadas, “la idea es que todo sea sustentable” precisa Angélica. Posteriormente, la bicicleta hace su desembarco en el taller, se analiza, Daniel las repara con la ayuda de los voluntarios, los interesados participan del curso de ciclismo, y, por último, se le hace entrega de las bicicletas a los participantes. “La idea es que puedan salir con los conocimientos y con la bicicleta totalmente acondicionada para recorrer la ciudad. Es todo un ciclo que vamos cumpliendo, entonces después esas mismas personas van divulgando, a través del boca a boca, el tipo de trabajo que realizamos”, puntualiza.
Dona una bicicleta
Guardando las proporciones el trabajo que realiza FoCo-Migrante es muy similar al que realizan las organizaciones que están a cargo de la donación de órganos, puesto que la persona que dona tiene la posibilidad de hacer un seguimiento o conocer al receptor de su bicicleta.
En ese aspecto, evidencia Angélica, quien dona una bicicleta puede seguir todo el proceso por las redes sociales de la organización @FoCo_Migrante. “Cuando sale su bicicleta dicen, ‘¡o la bici que doné, que genial!’. Ellos mismos nos van siguiendo y hay algunos que preguntan, ‘¡¿oye, la bicicleta ya se donó?!’, y ahí ven la fotografía y llegan muchas reacciones de alegría”, subraya.
Al respecto, Álvaro, agrega, “para seleccionar a los beneficiarios los postulantes tienen que responder varias preguntas del formulario, en ellas se va priorizando si esa bicicleta se va a utilizar para ir trabajar o para salir de paseo. Hace cuanto tiempo que están en Chile, donde trabajan, etc. Preguntas que al final te hacen priorizar quienes las necesitan con más urgencia, y quienes con menos”, aclara.
—¿Y los que son beneficiarios reciben la bicicleta a modo de regalo o como préstamos?
—Angélica Hernández: “La bicicleta se le obsequia a la persona y queda para su total uso. Ahí la o él beneficiario decidirá si quiere ir a subir el cerro en bicicleta, si la quiere para ir a su casa, al parque, al trabajo, etc. La bicicleta queda a su completa y total disposición, esa es la idea”, remarca.
La prioridad, subraya, la tienen las personas que sufran más dificultades –en el sentido económico- para poder desplazarse, es decir, bajos ingresos, y que por ende eso les provoque gran dificultad al momento de trasladarse dentro de Santiago. Y si bien el foco es el migrante, aclara, hoy en día también están recibiendo a personas nacionales. “Nuestro mayor requisito es que ellos pasen por el curso de ciclismo urbano. Entonces ahí les ensañamos mecánica básica, leyes del tránsito y mecánica ciclista, recién ahí pueden salir a la calle como ciclistas responsables, y no como que le pasemos la bicicleta a cualquier persona, salga a andar y lo atropellen en la esquina”, enfatiza.
Daniel Figueroa: “Hasta ahora el principal público es comunidad migrante, mayoritariamente venezolanos. Creo que ellos tienen más redes, se pasan la voz, pero últimamente han llegado muchos venezolanos. Igual nos hemos ido masificando estos últimos años, antes no se podían cubrir todas las áreas, pero como ahora hay más voluntarios, se puede llegar a más personas”.
—¿Y qué pasa con la comunidad haitiana?
—Angélica Hernández: “Hemos trabajado con ellos y hemos hecho cursos donde tenemos traductores para la comunidad haitiana. En todos los últimos cursos que hemos realizado, ha habido una, dos, o hasta más personas de esa nacionalidad. Por ejemplo, el curso anterior fue de mujeres y ahí tuvimos una mujer haitiana, las demás eran venezolanas y también peruanas, mientras que el en curso anterior a ese, tuvimos tres a cuatro haitianos, para ese tipo de instancias siempre tratamos de tener intérpretes de créole. Tenemos alianza con una organización de traductores, entonces ahí tenemos el contacto para traer a un traductor y hacer de la clase más amena para ellos”.
Ante la consulta de cómo es la recepción por parte de los haitianos, Angélica relata que en general y no solo para esa comunidad en específica, la recepción es la misma, por lo que en la primera clase se les pregunta cuál es la experiencia que han tenido o tienen con la bicicleta, de esa pregunta, revela, surgen respuestas que son dignas de analizar. “Muchas veces pasa que como vienen de diferentes lugares del mundo nombran los implementos de la bicicleta de formas diferentes, por ejemplo, aquí la ciclovía se conoce como ciclovía y en otros países de le conoce como bandejón. Entonces lo primero que se hace es un reconocimiento general y se llega a un consenso respecto a los términos que se van a ocupar”, esto, argumenta, hace el trabajo mucho más fácil y expedito.
Si deseas colaborar con los compañeros de FoCo-Migrante, lo puedes hacer a partir de los talleres de mecánica de bicicleta que se realizan todos los viernes en Liceo Miguel De Cervantes y Saavedra, ubicado en Agustinas 2492. No es necesario que sepan de mecánica, de hecho pueden venir, aprender sobre mecánica de bicicletas y después retribuir con esos mismos conocimientos que aprendieron en la repación de bicicletas, invita Daniel Figueroa. Para mayor información se los puede contactar a través de su Instagram @FoCo_Migrante.
En el último curso, el que fue dirigido para mujeres, precisa, las participantes comentaban que no entendían del todo las señaléticas, o que más bien la distribución de estas últimas les parecía un poco confusa, esto provocaba que se desviaban constantemente de la ruta o se encontraban con la sorpresa que la ciclovía no tenía continuidad, evidencia. Pero por, sobre todo, afirma, una de las principales barreras con las que FoCo-Migrante se encontró en un inicio tienen relación con el lenguaje, cuando en vez de decir cámara decían “tripa” para referirse a la cámara de la bicicleta. “Ese tipo de situaciones como saber identificar las cosas por su nombre les ayudaba bastante, por eso nos parecía primordial introducir a los participantes a nuestro lenguaje, ya con eso se sentían mucho más seguros y cercanos”, especifica.
—¿Cuál creen ustedes que es la percepción que tiene el migrante de la infraestructura que actualmente existe en la ciudad de Santiago para los ciclistas?
—Álvaro Herrando: “Una de las cosas que más las llama a la atención a los participantes extranjeros que se inscriben en nuestros talleres es la gran cantidad de bicicletas que circulan por Santiago, eso creo yo teniendo en consideración que probablemente en Venezuela o en Haití no se circula tanto en bicicleta. Pero insisto, les sorprende muchísimo la cantidad de bicicletas que circulan por Santiago, es como lo que más destacan”.
Angélica Hernández: “También es bastante común, que, por ejemplo, muchos de los que participan en nuestros talleres circulan mayoritariamente por la ciclovía, entonces qué hacemos nosotros, que les enseñamos a circular por la calle, sobre todo ahora con la aprobación de la nueva Ley de Tránsito, y ahí se sinceran y nos dicen ‘¡ah, ya, ahora sé cómo tengo que hacer para que no me choque el auto¡’ Porque además esa es una percepción que tienen muchos, que se van a lanzar a conducir por la calle y que de repente va a pasar un auto por su lado y los va a chocar. De igual forma agradecen muchísimo que haya hartas ciclovías”.
Un continente llamado Latinoamérica en el centro de Santiago
El día de la entrevista con parte del equipo de FoCo-Migrante era un día de semana, por lo que los alumnos del Liceo Miguel De Cervantes y Saavedra –uno de los liceos con más población migrante dentro de la comuna de Santiago- se encontraban en recreo, por lo que la panorámica visual para llegar hasta el taller fue la de un fugaz recorrido por todo el continente Latinoamericano, con la presencia de niños haitianos, venezolanos, peruanos y más. Una verdadera fiesta multicultural.
—El hecho que el taller de FoCo-Migrante esté instalado en uno de los liceos con más población inmigrante ¿fue coincidencia o el equipo lo decidió así?
—Daniel Figueroa: “Según lo que yo tengo entendido fue coincidencia, pero fue de ‘perilla’ que haya sido así”, dice sonriendo y agrega, “en este sector estamos rodeados de mucha comunidad inmigrante, por lo tanto, es un punto específico. De hecho, el colegio también es uno de los que tiene mayor comunidad de niños inmigrantes dentro de Santiago, mayor número de matriculados, y si no me equivoco los de este liceo son más inmigrantes que chilenos. Me atrevería a decir que el 70% de los niños en este establecimiento son inmigrantes, por lo tanto, si los alumnos son inmigrantes, los apoderados son más cercanos a este proyecto”, remarca.
Por su parte, Angélica revela que trabajando con otros colegios surgió el contacto para que el taller de FoCo-Migrante lograra instalarse aquí.
Álvaro Herrando: “También yo creo que por el hecho de que es un colegio con un gran número de inmigrantes, fue más fácil hacer el contacto, o sea, que había más predisposición”, destaca.
—¿Trabajan solo con adultos o también con niños?
—Angélica Hernández: “Hernán, que es profesor, es el que trabaja con los niños de este colegio. Él les imparte clases de ciclismo a los pequeños a través de cursos y talleres de ciclismo. Por ejemplo, está la Escuelita que se lleva a cabo los días sábados y donde los niños utilizan bicicletas rodas que no tienen ni motor ni pedales, este tipo de modelo les ayuda bastante para aprender a equilibrarse, que es lo más complicado cuando aprende a andar en bicicleta”, explica.
En estas clases, especifica, se trabaja por niveles, aprenden a detenerse frente al disco pare, a respetar ciertas señaléticas, etc., ya en el siguiente nivel aprende a moverse mejor y hasta realizan algunas piruetas, sonríe.
—Desde un punto de vista más sociológico ¿cómo interpretan el uso de la bicicleta en la comunidad inmigrante?
—Álvaro Herrando: “En lo personal y en mi condición de inmigrante (es de nacionalidad española), cuando llegas a una ciudad el primer lugar al que te tienes que desplazar es hacia el trabajo, y qué es lo que sucede, que en la mayoría de los casos el salario que reciben los inmigrantes es bajo, por lo tanto, optan por la bicicleta para movilizarse y así ahorrarse el dinero de la locomoción. Desde el punto de vista económico es bien compleja la situación del extranjero, puesto que mientras no tengan Rut y se esté tramitando la visa le es difícil acceder a un trabajo, y, por otra parte, hasta que no logren legalizar sus estudios, difícilmente podrán a acceder a otro tipo de trabajo que no se por el sueldo mínimo”, manifiesta.
Otro de los factores, evidencia, es que un gran número de inmigrantes vive en los sectores de Santiago Centro, Recoleta, que son lugares céntricos a los cuales se puede acceder fácilmente en bicicleta y, por ende, a los puestos de trabajo, evitándose así el costo que supone el transporte público para transportase mes a mes a laburar. “Esos tres factores yo creo que son los que más influyen al momento de que inmigrante utilice la bicicleta como medio de transporte”, analiza.
La bicicleta como reinserción social
—Algún testimonio que recuerden y que puedan compartir.
—Daniel Figueroa: “Hace poco tuvimos una voluntaria, Diarely, que era de Venezuela, quien nos contó que para ella la bicicleta representaba una herramienta de reinserción social. Y si tú lo analizas no es una idea tan descontextualizada, porque ya con el solo hecho de pedalear tú estás en contacto directo con el resto de la comunidad. Qué pasa si se te pincha una rueda, tienes a un ciclista al lado al que le puedes pedir ayuda, comienzas a entablar una conversación con esa persona, se van generando redes. Esto hace que la bicicleta sea mucho más inclusiva porque es todo más directo, se generan redes más fácilmente. Entonces los testimonios de esta voluntaria iban por esa línea, que con bicicleta ella se podía desenvolverse mucho mejor por la ciudad y que la utilizaba como herramienta de inserción social”, profundiza.
Angélica Hernández: “Está también el hecho de que en bicicleta las personas se conectan de una manera más urbana con la ciudad. Si vienen recién llegando al país, es una forma más cercana de conocer las calles, de conocer la ciudad, de conocer ¡tú ciudad en ese minuto! Movilizándose en bicicleta están obligados a conocer las calles, a conocer algo tan simple como, por ejemplo, el norte y el sur acá en Santiago. Muchos manifestaban que se desorientaban con esas coordenadas, o sea, oriente, poniente, les decían eso, y ya, ‘me perdí’. Entonces gracias a la bicicleta tenían toda esa inserción social y urbana con las personas, existía una conexión. El hecho de decir ‘soy ciclista’ dentro de este grupo que se estaba armando con otros ciclistas, que es como un gran grupo humano dentro de Santiago, les daba la posibilidad de poder conectarse de una forma menos traumatizante a este lugar nuevo al que venían llegando, ya la ciudad no era un lugar tan desconocido como era al principio. Aprender los códigos que se utilizan ya era una gran ayuda para poder desenvolverse”, remarca.
—¿Y han conocido casos de discriminación que hayan afectado a los participantes?
—Daniel Figueroa: “Sí, por supuesto, de hecho, la misma voluntaria de la que te hablé antes nos contó que sí había vivido situaciones de racismo y xenofobia, y que por lo tanto había sido discriminada”.
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